
El último gran error de Estados Unidos ¿Estamos en la antesala de la Tercera Guerra Mundial?
El mundo ha sido testigo en las últimas semanas de una escalada que muchos esperaban evitar, pero que parecía inevitable: Estados Unidos ha decidido involucrarse de lleno en la guerra abierta entre Israel e Irán. La pregunta que flota en los círculos diplomáticos y en la opinión pública internacional es tan vieja como temida: ¿Estamos al borde de un conflicto de escala mundial?
Lo que comenzó como una guerra de sombras entre Irán y su red de aliados en la región —Hezbolá, los hutíes en Yemen, las milicias chiíes en Irak y Siria— contra Israel, se ha convertido, con la entrada directa de Washington, en un tablero mucho más amplio y peligroso. Los bombardeos, las represalias y las sanciones económicas ya han trascendido el eje regional. Lo que está en juego ahora es la estabilidad de todo el sistema internacional.
El último gran error de Estados Unidos ha sido subestimar la magnitud de las repercusiones globales de esta decisión. En un momento en que el propio equilibrio interno estadounidense muestra fracturas —polarización política, crisis económica incipiente, erosión de la confianza en sus instituciones—, el gobierno ha optado por embarcarse en una guerra que promete ser larga, costosa y con implicaciones imprevisibles.
Europa, atrapada entre su dependencia de Washington y su vulnerabilidad energética, se encuentra en una encrucijada. China, que observa con atención y silencio estratégico, podría aprovechar el desorden para fortalecer su influencia. Rusia, ya en guerra en Ucrania, celebra cualquier expansión del caos que distraiga y desgaste a Occidente. Y América Latina y África, como siempre, pagarán los costos indirectos: encarecimiento de alimentos y energía, migraciones masivas, nuevas crisis sociales.
Los mercados financieros ya comienzan a reflejar la incertidumbre. El precio del petróleo se dispara, las cadenas de suministro vuelven a quebrarse, la inflación amenaza con regresar con fuerza. Y lo más inquietante: las posiciones políticas se radicalizan, alimentadas por la narrativa de un “choque de civilizaciones” que nadie puede controlar.
¿Estamos en la antesala de la Tercera Guerra Mundial? No sería responsable afirmarlo con certeza. Pero tampoco sería sensato minimizar los riesgos. La combinación de actores estatales y no estatales, el uso de tecnologías avanzadas, la fragilidad de las alianzas internacionales, y la creciente desconexión entre los líderes políticos y la opinión pública configuran un escenario sumamente volátil.
Estados Unidos aún está a tiempo de corregir este error, de buscar una salida diplomática que frene la escalada. Pero cada día que pasa, cada bombardeo adicional, cada provocación cruzada, nos acerca a un punto de no retorno. El reloj avanza. Y el mundo contiene la respiración.