
En un hecho que ha capturado la atención de Colombia y que resuena más allá de sus fronteras, el presidente Gustavo Petro protagonizó este sábado en Medellín una escena insólita en el actual clima de polarización política.
Un joven había difundido en redes sociales un video en el que lanzaba amenazas de muerte contra el mandatario. En lugar de responder con la fuerza del aparato judicial o con medidas represivas, Petro ordenó localizar al joven para dialogar directamente con él y entender las motivaciones detrás de su amenaza.
El encuentro se produjo horas antes de un acto público. Frente a testigos, el presidente escuchó al joven, lo perdonó y lo abrazó mientras éste rompía en llanto. La imagen del abrazo, ya viral, se ha convertido en un poderoso símbolo de reconciliación en un país marcado por décadas de violencia política.

En otros tiempos —como recuerdan muchos colombianos— un acto así habría terminado de otra manera: con el joven presentado como “baja en combate” o víctima de un falso positivo. Hoy, en cambio, el mensaje es otro: “paz, paz y más paz”, como expresó el propio mandatario.
En medio de una sociedad que aún alberga sectores sedientos de confrontación, el gesto de Petro apunta hacia un horizonte diferente, donde el diálogo y la reconciliación buscan abrirse camino frente a la tentación de la violencia.