
Bogotá, Colombia | Redacción Internacional
En una contundente operación contra el crimen organizado, las autoridades colombianas capturaron a 11 miembros del grupo transnacional Tren de Aragua en la ciudad de Bogotá. El golpe fue resultado de 13 allanamientos coordinados por la Policía Metropolitana y la Fiscalía General de la Nación, en una acción que refleja la creciente presión del Estado sobre las estructuras criminales que operan en la capital del país.
Los capturados están vinculados con delitos de narcotráfico, tráfico de armas, homicidios y actos terroristas, como el lanzamiento de una granada en el sector de San Bernardo el pasado 24 de febrero. Las autoridades confirmaron que todos los detenidos son de nacionalidad venezolana y formaban parte del núcleo operativo de esta organización delictiva en el centro de la ciudad.
Entre los arrestados destaca alias “L” o Luis Quijada, cabecilla de la célula bogotana del Tren de Aragua, quien coordinaba operaciones en las localidades de Santa Fe y Mártires desde la clandestinidad. Fue capturado en el barrio El Dorado, tras varios meses de seguimiento e inteligencia.
Una red criminal con tentáculos internacionales
El Tren de Aragua, originalmente surgido en Venezuela, ha expandido su presencia a países como Perú, Chile, Ecuador y Colombia, consolidándose como una de las redes criminales más peligrosas de América Latina. En Bogotá, sus operaciones incluyen microtráfico, extorsión, control territorial, explotación sexual y sicariato.
Las investigaciones revelan nexos con redes en la frontera colombo-venezolana, especialmente en Cúcuta y el Catatumbo, desde donde ingresaban armas y estupefacientes. La organización también ha mantenido enfrentamientos con estructuras rivales como el Anti Tren, en una escalada violenta que ha afectado la seguridad en zonas urbanas.
Según las autoridades, los ingresos ilícitos de esta célula superaban los 100 millones de pesos mensuales, producto del tráfico de drogas y armas, así como del uso sistemático de la intimidación violenta para controlar sectores vulnerables.
Respuesta estatal: ofensiva local y estrategia nacional de seguridad
La captura de los 11 miembros se suma a otros operativos realizados en lo que va de 2025, que han dejado un total de 22 detenidos del Tren de Aragua en Bogotá, incluyendo cinco de sus cabecillas. Estos resultados reflejan una estrategia más agresiva del Estado colombiano contra el crimen organizado transnacional.
El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, afirmó que esta acción es parte de un compromiso sostenido para “desarticular las bandas delincuenciales y devolverle la tranquilidad a los bogotanos”. Sin embargo, reconoció que el desafío es estructural y requiere coordinación interinstitucional y apoyo continuo del gobierno nacional.
En paralelo, el presidente Gustavo Petro ha impulsado una política de “seguridad humana”, que combina operativos de inteligencia con medidas sociales. El Gobierno ha reforzado la presencia policial y militar en zonas críticas de la capital, al tiempo que lanza programas de prevención, oportunidades laborales y recuperación del espacio público, especialmente en barrios tomados por el crimen.
El ministro de Defensa, Iván Velásquez, ha señalado que Bogotá es una prioridad nacional en materia de seguridad y que se están reforzando los sistemas de vigilancia urbana, la cooperación internacional en materia de crimen transfronterizo y el intercambio de inteligencia con países vecinos.
¿Un punto de inflexión?
Expertos en seguridad advierten que, si bien estos operativos representan avances significativos, el Tren de Aragua no está derrotado. Sus estructuras son flexibles, móviles y altamente adaptables. “La captura de cabecillas no siempre garantiza la desarticulación. Hay que atacar las finanzas criminales y los corredores logísticos”, advierte Luis Fernando Trejos, analista en crimen organizado.
La pregunta de fondo es si Colombia logrará contener esta amenaza regional antes de que muten sus estructuras hacia formas más sofisticadas de operación. Por ahora, el golpe dado en Bogotá marca un triunfo importante, pero no definitivo, en una batalla que aún está lejos de concluir.