
Redacción MUNDO
El hallazgo de una avioneta cargada con 428 kilos de cocaína en el estado mexicano de Colima, el pasado 4 de julio, desató una crisis diplomática entre México y El Salvador, luego de que autoridades mexicanas señalaran que la aeronave “procedía de El Salvador”, una afirmación que el presidente Nayib Bukele calificó como “FALSA” y políticamente delicada.
El incidente, protagonizado por el secretario de Seguridad mexicano, Omar García Harfuch, quien hizo el anuncio en rueda de prensa, abrió un nuevo capítulo de tensión en la ya compleja red de rutas del narcotráfico que cruzan Centroamérica. Bukele respondió llamando a consultas a su embajadora en México, Delmy Cañas, y exigió una “rectificación inmediata” al gobierno mexicano.
La reacción del mandatario salvadoreño fue fulminante. En su cuenta oficial de X (antes Twitter), negó categóricamente que la avioneta haya salido de territorio salvadoreño y publicó una cronología de hechos basada en reportes de defensa aérea y monitoreo regional. Según Bukele, la señal de la aeronave fue detectada por radares costarricenses el 3 de julio al noroeste de su territorio, lo que activó una alerta regional coordinada entre agencias de seguridad aérea de Centroamérica.
“La traza desapareció brevemente del radar en Costa Rica y reapareció sobre el Pacífico”, indicó el presidente. Además, sostuvo que los radares salvadoreños no detectaron ningún contacto aéreo en su espacio soberano y publicó un mapa que demostraría que la ruta de vuelo fue “muy al sur de El Salvador y Nicaragua”. Para reforzar su argumento, citó una confirmación de la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur (JIATFS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, especializada en monitorear tráfico ilícito aéreo y marítimo en el hemisferio occidental.
La afirmación inicial del gobierno mexicano, que además informó la captura de tres ciudadanos mexicanos, ha sido vista por analistas como un posible error de inteligencia o incluso una estrategia comunicacional para justificar una operación aérea dentro del esquema de defensa nacional. Ante el reclamo salvadoreño, García Harfuch sólo reiteró que la aeronave fue localizada “en espacio aéreo salvadoreño”, sin aportar más detalles ni evidencia técnica.
Este episodio pone en evidencia las fisuras y descoordinaciones en la cooperación antidrogas regional, así como la fragilidad de las alianzas bilaterales cuando las operaciones antidrogas chocan con los intereses políticos o la imagen internacional de los gobiernos involucrados.
Bukele, conocido por su política de “mano dura” contra las pandillas —que ha reducido la violencia interna pero ha generado controversias sobre derechos humanos—, defendió su gestión afirmando que El Salvador no tolera ni encubre operaciones de narcotráfico. “No lo hicimos antes, no lo haremos ahora”, sentenció.
El corredor centroamericano sigue siendo una zona de alto tránsito del narcotráfico, utilizada por cárteles sudamericanos para mover toneladas de cocaína hacia Estados Unidos. En este contexto, cada aeronave interceptada, cada operativo fallido y cada acusación entre países revela no solo la complejidad logística de estas redes criminales, sino también el **impacto geopolítico** de su combate.
¿Fue este un malentendido técnico, una falla en la trazabilidad de inteligencia, o una señal de que los esfuerzos antidrogas están siendo instrumentalizados para otros fines? Lo cierto es que este episodio deja una pregunta abierta:
¿Quién vigila a quienes se supone que deben vigilar el narcotráfico?
A continuación, presentamos un perfil investigativo y actualizado de los principales grupos criminales que operan en la región centroamericana y mexicana, con énfasis en su uso del espacio aéreo y marítimo como rutas de tráfico de drogas hacia Estados Unidos.
Perfiles Criminales: Las Organizaciones que Domina el Narcotráfico Aéreo en Centroamérica y México
1. Cartel de Sinaloa (México)
Ámbito de operación: Desde México hacia Centroamérica, Sudamérica y EE.UU.
Modus operandi aéreo: Utiliza avionetas ligeras y jets modificados para transportar cargamentos desde pistas clandestinas en Guatemala, Honduras y Costa Rica hacia puntos de acopio en México. También emplea pilotos locales y contratistas civiles para desviar la atención.
Aliados regionales: Pandillas locales (maras), estructuras criminales guatemaltecas y hondureñas.
Capacidades logísticas: Control de rutas terrestres y aéreas, corrupción institucional a nivel municipal y estatal. Sinaloa ha invertido en tecnología para evadir radares y blindar sus operaciones.
2. Cártel Jalisco Nueva Generación – CJNG (México)
Ámbito de operación: México, El Salvador, Guatemala, Honduras y rutas hacia EE.UU.
Modus operandi aéreo: El CJNG ha ganado protagonismo en el uso de avionetas tipo Cessna y Beechcraft que despegan desde Sudamérica o Centroamérica y aterrizan en zonas rurales mexicanas. Usan pistas improvisadas y zonas costeras deshabitadas.
Capacidades especiales: Fuerza armada propia, control de corredores clave (como el Pacífico sur mexicano y el istmo guatemalteco). También recurren a pilotos militares retirados.
Presencia en El Salvador: Aunque sin estructura formal, mantienen redes de apoyo logístico y corredores seguros en zonas fronterizas.
3. Pandillas salvadoreñas (MS-13 y Barrio 18)
Ámbito de operación: El Salvador, Guatemala, Honduras, y algunas conexiones en México y EE.UU.
Modus operandi: Históricamente enfocadas en extorsión y crimen urbano, pero en los últimos años han desarrollado vínculos logísticos con cárteles mexicanos. Funcionan como facilitadores territoriales, ofreciendo protección y almacenaje temporal de cargamentos.
Participación aérea: Limitada, pero pueden actuar como operadores de apoyo: custodia en tierra, alerta sobre movimientos policiales y reclutamiento de personal local para misiones clandestinas.
4. Clan del Golfo (Colombia) y sus redes satélite
Ámbito de operación: Colombia, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México.
Modus operandi aéreo: Fletes aéreos desde Colombia y Venezuela que hacen paradas técnicas en pistas clandestinas de Centroamérica. Utilizan avionetas sin registro, que vuelan con planes de vuelo falsificados o sin señal de transpondedor.
Rutas clave: Caribe nicaragüense y hondureño, zonas selváticas del Petén (Guatemala) y estados como Colima y Chiapas en México.
5. Grupos criminales guatemaltecos: “Los Huistas” y “Los Mendoza”
Ámbito de operación: Guatemala y frontera con México (Huehuetenango, Petén).
Modus operandi aéreo: Acopio y distribución de cocaína mediante redes que controlan rutas terrestres y pistas clandestinas en áreas selváticas. En algunos casos actúan como proveedores logísticos para carteles mexicanos.
Relación con el narco regional: Son enlaces estratégicos entre productores sudamericanos y compradores mexicanos.
Tendencias recientes en el tráfico aéreo en Centroamérica
Pistas clandestinas activas: Aumentan en zonas rurales de Guatemala, Nicaragua y el litoral Pacífico costarricense.
Coordinación regional insuficiente: La falta de interoperabilidad entre radares y sistemas de control aéreo facilita “desapariciones” temporales de trazas.
Falsificación de matrículas y señales transponder: Algunas avionetas interceptadas han portado señales de vuelos comerciales o humanitarios.
Uso de tecnología satelital por parte de EE.UU.: La Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur (JIATFS) monitorea vuelos sospechosos, pero su información depende de la cooperación estatal para ser efectiva.
Conclusión: Narcotráfico sin fronteras
La operación de avionetas como la interceptada en Colima refleja una realidad crítica: los cielos centroamericanos siguen siendo autopistas del narco, y los grupos criminales dominan con tecnología, alianzas locales y corrupción estructural. A esto se suma la fragilidad diplomática y las disputas políticas, que terminan debilitando aún más los esfuerzos reales de cooperación antidrogas.