
Redacción DEPORTES
Chelsea hizo historia en Nueva York al consagrarse como el primer campeón del nuevo Mundial de Clubes con 32 equipos, tras una contundente victoria 3-0 sobre el París Saint-Germain en una final que rompió con los pronósticos y encendió el debate sobre el éxito deportivo y comercial de esta ambiciosa versión del certamen.
Con un doblete del joven Cole Palmer (22’ y 30’) y un tanto de João Pedro (43’), el equipo dirigido por Enzo Maresca no solo neutralizó al flamante campeón de Europa, sino que lo exhibió en un primer tiempo de altísimo nivel. El estadio MetLife fue el escenario del espectáculo: más de 81.000 espectadores vibraron con el show de medio tiempo protagonizado por J Balvin, Coldplay y Doja Cat, en una producción digna del Super Bowl.
Lo bueno: espectáculo, audiencias y sorpresas
*El formato expandido permitió la participación de clubes de todas las confederaciones, con representación de potencias tradicionales y revelaciones inesperadas que le dieron vida al torneo.
* La calidad del espectáculo en Nueva York superó las expectativas: estadios llenos, transmisiones en tiempo real en más de 150 países y un despliegue de entretenimiento que apuntó a captar nuevas audiencias.
* Cuatro equipos brasileños llegaron a la fase eliminatoria (Botafogo, Flamengo, Palmeiras y Fluminense). Flamengo ganó su grupo por delante del Chelsea. Palmeiras superó a Botafogo en un ajustado duelo. Fluminense, con un estilo audaz y lleno de energía, venció a Al‑Hilal antes de ceder ante Chelsea por 2‑0 en semifinales. Este torneo fue un punto de inflexión que confirma que el fútbol brasileño no solo sobrevive, sino que brilla con estilo y sustancia.
* Chelsea, contra todo pronóstico, levantó un título internacional de peso, dando protagonismo a su nueva generación encabezada por Palmer, y revitalizando su imagen global.
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Lo malo: calendario saturado y desgaste de jugadores
* A pesar de su éxito mediático, el torneo fue fuertemente criticado por entrenadores y sindicatos de futbolistas, que advierten sobre el impacto de otro torneo largo en una temporada ya congestionada.
* Varios clubes participaron con plantillas reducidas o sin sus estrellas, priorizando las ligas locales o la pretemporada europea, lo que afectó la competitividad de algunos partidos.
* Las distancias geográficas y logísticas entre sedes dificultaron los desplazamientos y el descanso de los equipos, afectando el rendimiento general.
Lo feo: desigualdad competitiva
* Hubo goleadas que evidenciaron una brecha aún muy grande entre clubes de Europa y otros continentes, particularmente de Asia y África.
* Equipos sudamericanos, que históricamente dominaban el viejo formato, quedaron relegados a papeles secundarios, sin llegar siquiera a semifinales.
¿Y ahora qué? El futuro del torneo bajo la lupa
El Mundial de Clubes 2025 fue, sin duda, un experimento ambicioso que mezcla deporte, espectáculo y negocio en un mismo paquete. Su primera edición dejó imágenes memorables y desafíos evidentes.
Con la edición 2029 ya confirmada y otras sedes interesadas en albergarlo (entre ellas China, Arabia Saudita y México), el debate seguirá abierto: ¿debe este torneo convertirse en una cita fija del fútbol global, o es simplemente una exhibición de poder de la FIFA y los grandes clubes europeos?
Lo cierto es que, más allá del trofeo levantado por el Chelsea, el verdadero campeón ha sido el negocio del fútbol moderno. Y apenas está comenzando.