
Por Redacción Clima e Investigación
Este mes de agosto, el planeta ha vuelto a estremecerse: eventos sísmicos de alto impacto sacudieron regiones tan distintas como Rusia y Turquía, sumados a otras temáticas señales de que algo más profundo está cambiando bajo nuestros pies.
Centro del Terremoto: Myanmar, tragedia y ciencia
En marzo de 2025, un terremoto de magnitud 7.7 golpeó el centro de Myanmar, desencadenando una de las tragedias más devastadoras del año: cerca de 5.352 personas murieron en territorio birmano, junto a otras 103 en Tailandia, y más de 11.400 resultaron heridas ([Wikipedia][1]). Este trágico saldo posiciona a este evento como el más mortífero del mes de agosto, pese a haber ocurrido en marzo, pero cuya investigación y hallazgos científicos —como la primera imagen visual de un deslizamiento curvado en una falla, captada durante ese terremoto— siguen generando impacto.
Otras sacudidas destacadas del mes
El 30 de julio, un gigantesco terremoto de magnitud 8.8 sacudió la península de Kamchatka en Rusia, generando alertas de tsunami que se extendieron desde Japón hasta Chile, e incluso provocó erupciones volcánicas vinculadas al evento.
El 10 de agosto, un sismo de magnitud 6.1 afectó Balıkesir, Turquía: colapsaron edificaciones y minaretes, una persona murió y 29 resultaron lesionadas.
¿Por qué tiembla más ahora? Generando conexiones con el clima
Un análisis científico emergente relaciona el cambio climático con una creciente actividad sísmica, especialmente en zonas costeras. El aumento del nivel del mar y tormentas más frecuentes incrementan la presión hidrostática sobre fallas tectónicas, tensando aún más la corteza terrestre. Aunque la conexión directa a corto plazo no está completamente establecida, algunos estudios sugieren que la pérdida de glaciares también puede descomprimir fallas subyacentes, acelerando su actividad.
Este panorama es especialmente relevante en regiones con amenazas combinadas: costas bajas podrían verse azotadas por terremotos, tsunamis y además sufrir hundimientos del suelo o licuación del suelo. Ejemplos extremos incluyen proyecciones para la costa Pacífico de EE. UU., donde un mega-terremoto podría causar hundimientos de hasta dos metros, comprometiendo vastas áreas ante fuertes inundaciones.
Perspectivas y consecuencias para el corto plazo**
Riesgo Emergente | Potenciales Consecuencias |
Aumentos en sismicidad | Mayor frecuencia de terremotos moderados a fuertes |
Más desastres costeros | Tsunamis, licuación, hundimientos con costos humanos y económicos graves |
Deficiencias en alerta | Infraestructura y sistemas de respuesta insuficientes |
Para la comunidad climática y de riesgo, la prioridad debe ser reforzar los sistemas de monitoreo sísmico —como avances recientes que podrían brindar segundos o minutos de anticipación en regiones remotas como Alaska— e integrar la planificación urbana con modelos de riesgo que contemplen estos procesos acelerados. Esta alza en la actividad sísmica en agosto —con víctimas como en Myanmar y daños en Turquía, sumado a alertas globales desde Rusia— nos recuerda que el planeta está respondiendo a fuerzas tectónicas que ya no podemos ignorar, y que el clima y la geología podrían estar interconectándose de formas cada vez más profundas.