
Las cifras reales muestran que, si bien Colombia enfrenta retos macroeconómicos, compararla automáticamente con Perú, Chile o México distorsiona la realidad. Datos recientes revelan una recuperación moderada, inflación en descenso y una economía lejos de hundirse.
Redacción Economía
En su columna titulada “El último año de Petro”, el columnista Salomón Kalmanovitz pinta un panorama sombrío: según él, Colombia lidera indicadores negativos en América Latina: menor crecimiento, inflación más alta, desempleo más elevado y un déficit fiscal descontrolado. Es una narrativa conveniente, pero los datos desmienten este retrato fatalista.
1. Crecimiento económico: una recuperación moderada, no un desplome
Kalmanovitz afirma que Perú, Chile y México habrían crecido en los dos últimos años a una tasa promedio del 5,6 %, mientras Colombia alcanzó solo un 4,5 %. Sin embargo, los datos más recientes muestran que en el primer semestre de 2025 el PIB colombiano creció 2,4 % interanual, frente al 1,5 % del mismo periodo de 2024, impulsado por consumo privado, comercio y servicios. El ritmo no es espectacular, pero sí palpable y sostenido.
2. Inflación: está bajando, no disparada
El columnista menciona una inflación de 8,7 %, considerablemente más que el 5,5 % de los países vecinos. La realidad es más matizada: la inflación general doméstica se ha reducido a alrededor de 4,9 % en julio. El Banco de la República mantiene una tasa de interés de 9,25 %, reflejando cautela frente a la inflación básica que se ubica en 4,8 %.
3. Déficit fiscal: elevado, sí, pero no sin contexto
No cabe duda de que el déficit fiscal de Colombia es alto. El gobierno proyecta un déficit de 7,1 % del PIB para 2025, el más alto de este siglo. No obstante, diferenciar entre el “déficit total” y el “primario” es esencial: el déficit primario (sin contar el servicio de deuda) apunta a cerca del −3 % del PIB. Además, la activación de una reforma tributaria por 19 billones de pesos (4.533 millones USD) busca reforzar la recaudación. Comparar sin este contexto conduce a conclusiones incompletas.
4. Inversión y empleo: señales mixtas, pero no catastróficas
La inversión sigue siendo un talón de Aquiles: representa menos del 17 % del PIB, según datos del DANE. Sin embargo, sectores como comercio, servicios y consumo privado muestran dinamismo palpable. El desempleo, aunque cercano al 8,9 %, se mantiene en niveles que el Banco Central sigue de cerca, sin que esto signifique un colapso laboral inmediato.
Conclusión
Kalmanovitz acierta en señalar profundos desafíos estructurales, pero falla al presentar comparaciones injustificadas y obviar los matices. Colombia no supera a sus vecinos en crecimiento; tampoco exhibe una inflación desbocada ni un desplome económico. La realidad es más gris y requiere un análisis riguroso y equilibrado, no una caricaturización alarmista. La economía está herida, mas no muerta: le faltan reformas, pero no perdió completamente la respiración.
ADENDA: Leer a un “experto” como Kalmanovitz, a un año de las elecciones presidenciales, resulta no solo inquietante sino también peligroso. Sus diagnósticos, más que análisis, parecen diseñados para sembrar miedo en los ciudadanos y desalentar la confianza en el país.
Esa mezcla de datos incompletos, comparaciones sesgadas y conclusiones apocalípticas no aporta a la discusión seria que Colombia necesita, sino que envenena el debate público.
La economía colombiana tiene problemas —nadie lo niega—, pero proyectar un panorama de colapso inminente es irresponsable. Lo realmente preocupante no es la situación fiscal o la inflación, sino que voces con prestigio académico difundan visiones distorsionadas justo cuando la nación más requiere información objetiva para decidir su rumbo político y económico.