
Redacción MUNDO
La Casa de Nariño se convirtió este jueves en el epicentro de la política ambiental regional con la celebración de la V Cumbre de presidentes de los Países Miembros del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA). Los mandatarios de Colombia, Gustavo Petro; Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; y Bolivia, Luis Arce encabezaron un encuentro que reunió a delegaciones gubernamentales, representantes indígenas, académicos y organizaciones sociales, con un propósito común: trazar una estrategia para el futuro de la Amazonía.
La reunión busca avanzar en la implementación de la Declaración de Belém, firmada en 2023, que marcó un hito en la cooperación regional para proteger el mayor bosque tropical del planeta. Según explicó el secretario general de la OTCA, Martin von Hildebrand, el reto es pasar de los compromisos a las acciones concretas que garanticen la gestión sostenible de la cuenca amazónica, un territorio que abarca ocho países y que concentra el 20% del agua dulce del mundo.
El debate no solo se centra en la conservación ambiental. Para Petro, Lula y Arce, la defensa de los derechos de los pueblos indígenas y la búsqueda de un desarrollo económico que no dependa de la deforestación son puntos esenciales. En sus intervenciones, los mandatarios coincidieron en que la Amazonía es clave para mitigar la crisis climática global, pero también reconocieron que las presiones políticas y económicas internas dificultan la adopción de políticas comunes.
La presencia de comunidades indígenas fue especialmente relevante. Líderes comunitarios advirtieron que sin su participación real, cualquier plan corre el riesgo de quedarse en el papel. “La Amazonía no se salva solo desde los gobiernos, se salva desde los territorios”, señalaron representantes de organizaciones locales.
Más allá de los discursos, el encuentro plantea interrogantes sobre cómo los países amazónicos, con modelos económicos y prioridades políticas diversas, podrán articular una agenda común frente a los crecientes intereses mineros, petroleros y agrícolas en la región.
Los ocho países que integran la OTCA —Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela— comparten un dilema: ¿cómo conciliar la necesidad de crecimiento económico con la urgencia de proteger el mayor pulmón verde del planeta? La cumbre en Bogotá dejó claro que la Amazonía no es solo un asunto ambiental, sino también un desafío político y geopolítico de primer orden. El desenlace dependerá de la voluntad de los gobiernos para pasar de la retórica a las decisiones capaces de cambiar el rumbo de la región más biodiversa del planeta.