
Han pasado ya varios días desde el bochornoso episodio en el Congreso de la ANDI en Cartagena, donde el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, denunció la desaparición de su celular en plena intervención no programada.
El dispositivo fue recuperado tras revisarse las cámaras del recinto, que revelaron que había terminado en manos de una reconocida empresaria presente en el evento. Pero lo que sorprende no es tanto el incidente en sí, sino lo que ocurrió después: nada.
Ni la empresaria ha dado explicaciones públicas, ni la ANDI ha emitido un pronunciamiento oficial, ni mucho menos se han conocido acciones legales por parte de Quintero. En los corrillos empresariales se dice que hubo una “salida elegante” para evitar un escándalo mayor que empañara el evento insignia del gremio. Sin embargo, el mutismo empieza a levantar más sospechas que certezas.
¿Hubo presiones para silenciar el tema? ¿Por qué el presidente de la ANDI, Bruce Mac Master, ha preferido no referirse a un hecho que dejó a su organización en el centro de un incómodo rumor político-empresarial?
Por ahora, lo único claro es que el episodio dejó a Quintero en posición de víctima y a la ANDI con un silencio que muchos interpretan como cómplice. El exalcalde, que mueve fichas para 2026, capitaliza el discurso de “perseguido por las élites”. Y en los pasillos, el comentario es el mismo: el celular apareció, pero las respuestas aún no.
En política —y en los gremios—, los silencios suelen decir mucho más que los discursos.
#ElCelularQueCalla