
Redacción Mundo
NUEVA YORK — La publicación de un documento filtrado por The Washington Post ha desatado una tormenta diplomática en torno al futuro de la Franja de Gaza. Según el diario estadounidense, la Administración Trump y asesores israelíes elaboraron un plan de 38 páginas que contempla el desplazamiento total de los dos millones de habitantes del enclave palestino, con el objetivo de transformarlo en un polo turístico y manufacturero bajo tutela internacional.
El proyecto, descrito en términos de “fideicomiso”, otorgaría a Estados Unidos el control administrativo de Gaza durante al menos una década, en un periodo que incluiría la evacuación masiva de sus habitantes y su reubicación temporal en terceros países o en “zonas restringidas y seguras” dentro del territorio.
Una Gaza reconstruida, pero sin palestinos
El documento plantea la creación de seis u ocho “ciudades inteligentes” alimentadas por inteligencia artificial, con inversión público-privada y la participación de corporaciones globales interesadas en instalar fábricas de vehículos eléctricos, centros de datos y complejos turísticos frente al Mediterráneo.
Para incentivar la salida de los palestinos, se propone entregar un pago inicial de 5.000 dólares por persona, cuatro años de subsidio para alquiler en el extranjero y un año de alimentos. Además, quienes posean tierras recibirían un “token digital” canjeable por derechos de reurbanización o por un apartamento en las futuras ciudades planificadas.
La idea, aseguran sus promotores, no sería un despojo sino una “reubicación voluntaria” que permitiría a Gaza reinventarse como un centro económico regional. Sin embargo, la revelación ha encendido alarmas sobre una posible limpieza étnica disfrazada de reconstrucción.
Reacciones internacionales: entre la condena y el silencio
El plan ha provocado una oleada de críticas en el mundo árabe y entre organizaciones de derechos humanos. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, advirtió que “ninguna solución que implique el desarraigo forzado de la población palestina puede considerarse legítima bajo el derecho internacional”. Por su parte, la Liga Árabe calificó la propuesta de “inadmisible y peligrosa”, señalando que transformaría a Gaza en “un laboratorio de ingeniería demográfica”.
La Unión Europea también reaccionó con cautela. Josep Borrell, alto representante de la diplomacia europea, subrayó que “la reconstrucción de Gaza es una prioridad, pero debe hacerse con y para los palestinos, no contra ellos”. Varios gobiernos europeos temen que el proyecto fracture aún más las negociaciones de paz en Oriente Medio.
En contraste, algunos líderes del Golfo han evitado condenas explícitas. Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, consultados por medios locales, han señalado que “cualquier iniciativa que lleve estabilidad a la región merece ser discutida”, aunque sin pronunciarse sobre el desplazamiento de la población.
La posición de Trump y sus aliados
El expresidente Donald Trump, interpelado en un mitin en Florida, no negó la existencia del plan. En cambio, lo describió como “una propuesta visionaria para poner fin a décadas de caos y convertir a Gaza en un lugar de prosperidad”. Sus asesores sostienen que el documento fue elaborado por un equipo conjunto de estrategas israelíes y estadounidenses “para explorar alternativas de reconstrucción”.
Dentro del Partido Republicano, el proyecto ha recibido aplausos de sectores conservadores que lo ven como una oportunidad de reposicionar a Estados Unidos como garante de la estabilidad regional. Sin embargo, también ha despertado críticas entre analistas de seguridad que advierten del riesgo de radicalización si millones de palestinos son forzados a abandonar su tierra.
El gobierno de Joe Biden, en ejercicio, se distanció del contenido del documento. Portavoces de la Casa Blanca aseguraron que se trata de una “propuesta no oficial” de la era Trump y reiteraron que la política actual de Washington se centra en un alto al fuego inmediato y en el respeto a la solución de dos Estados.
¿Un muro contra la historia?
El debate sobre Gaza, devastada tras la ofensiva israelí posterior al ataque del 7 de octubre, sigue dominado por la urgencia humanitaria. Pero la filtración ha abierto otra discusión: la posibilidad de que potencias extranjeras reconfiguren el enclave sin el consentimiento de su población.
“Lo que este documento revela no es un plan de reconstrucción, sino una visión de Gaza sin gazatíes”, declaró Hanan Ashrawi, exnegociadora palestina. “Es un intento de borrar una nación bajo la excusa del desarrollo”.
Para los defensores de la iniciativa, en cambio, se trata de una oportunidad de romper con un ciclo de destrucción y guerra. “Si Gaza se convierte en un Silicon Valley del Mediterráneo, todos ganamos”, dijo un consultor israelí citado en la investigación.
Lo cierto es que, en el tablero diplomático, el plan ya ha dejado una huella: ha reforzado la percepción de que cualquier intento de redibujar el futuro de Gaza sin incluir a los palestinos solo añadirá más capas de conflicto a una región marcada por la desconfianza y el dolor histórico.