
Por Redacción Especial | Unidad de Investigación Internacional
El traslado del peligroso narcotraficante colombiano Andrés Felipe Marín Silva, alias ‘Pipe Tuluá’, desde la cárcel La Picota hasta una estación de Policía en Bogotá, ha desatado una nueva ola de amenazas dirigidas al sistema penitenciario colombiano, en lo que fuentes de seguridad califican como una respuesta intimidatoria de la estructura criminal que él lidera.
Alias ‘Pipe Tuluá’, considerado uno de los cabecillas más violentos de la red criminal conocida como ‘La Inmaculada’, es solicitado en extradición por autoridades de los Estados Unidos por delitos de narcotráfico. Esta organización no solo ha operado con extrema violencia en varios departamentos del suroccidente colombiano, sino que también ha sido vinculada a alianzas operativas con estructuras criminales de alcance transnacional, dedicadas al tráfico de cocaína hacia Centroamérica y el sur de los Estados Unidos.
Amenazas directas al sistema penitenciario
Tras su reciente traslado a la estación de Policía de los Mártires, en el centro de Bogotá, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) recibió un panfleto intimidatorio en el que se declara “objetivo militar” a todo el personal del sistema carcelario colombiano. Así lo confirmó el director del INPEC, coronel Daniel Gutiérrez, quien indicó que se ha activado un plan de contingencia en coordinación con la Policía Nacional y los Ministerios de Defensa y Justicia para prevenir posibles atentados.
“Se han intensificado las medidas de seguridad y las revisiones en los establecimientos penitenciarios, ante el riesgo real de represalias por parte de esta estructura criminal”, señaló Gutiérrez.
Un perfil criminal temido incluso tras las rejas
Condenado en 2022 a 30 años de prisión por su participación directa en al menos 39 homicidios y siete intentos de asesinato, ‘Pipe Tuluá’ ha mantenido su influencia criminal desde la cárcel. Su grupo, La Inmaculada, ha sembrado el terror en municipios estratégicos como Tuluá, Popayán, Armenia y La Tebaida, imponiendo un régimen de control territorial a sangre y fuego para facilitar rutas de narcotráfico y extorsión.
Investigaciones judiciales revelan que esta organización no solo ha consolidado redes locales de microtráfico y sicariato, sino que también ha jugado un rol clave en operaciones logísticas para el envío de cargamentos de droga hacia el exterior, haciendo uso de alianzas con bandas internacionales, entre ellas grupos mexicanos y europeos involucrados en el tráfico de cocaína a gran escala.
¿Un nuevo epicentro de conflicto carcelario?
El traslado de Marín Silva se produce en medio de crecientes denuncias sobre el control que ejercen los líderes de organizaciones criminales dentro de las cárceles colombianas, donde no solo mantienen el control de sus estructuras, sino que también ordenan crímenes y pactan alianzas con otras redes internacionales del narcotráfico.
Este episodio, que refleja las tensiones entre el Estado y estructuras criminales con capacidad transnacional, pone de nuevo en evidencia los vacíos en el sistema carcelario colombiano para neutralizar a capos que continúan dirigiendo operaciones desde sus celdas. La extradición de ‘Pipe Tuluá’ a Estados Unidos podría representar un golpe a la organización, pero también supone un riesgo inminente de retaliaciones violentas por parte de su red criminal.