
Redacción Mundo Deportes
La Selección Colombia sigue en caída libre. El empate sin goles frente a Perú en Barranquilla no solo compromete seriamente la clasificación directa al Mundial 2026, sino que ha encendido las alarmas tanto en la prensa deportiva nacional como en medios internacionales, que ya señalan una crisis futbolística profunda y una creciente fractura interna en el vestuario del equipo dirigido por Néstor Lorenzo.
Preocupación generalizada: la crítica se agudiza
Diarios colombianos como El Tiempo y El Espectador han coincidido en calificar el resultado como “decepcionante” y “preocupante”, señalando que la Selección ha perdido identidad de juego y no muestra reacción. “Colombia juega sin alma”, tituló una columna de opinión en Semana Deportes, donde se cuestiona la falta de liderazgo dentro del campo y la escasa autocrítica del cuerpo técnico.
Por su parte, medios internacionales como ESPN y TyC Sports fueron más duros. “La Colombia de Lorenzo no encuentra el gol ni el juego”, destacó el canal argentino, mientras que desde Brasil, Globo Esporte advirtió sobre “un equipo que se diluye cuando no tiene a sus figuras”. El análisis de Marca en su edición americana fue tajante: “Colombia ha perdido el rumbo y peligra incluso su presencia en la repesca”.
Crisis de resultados y carencia táctica
Con cinco partidos consecutivos sin victoria, la racha negativa pone en entredicho el proceso de Néstor Lorenzo. Colombia apenas ha sumado tres puntos de los últimos quince en juego y su propuesta táctica empieza a mostrar signos de agotamiento. La posesión de balón, que en algún momento fue una fortaleza, hoy es estéril. El equipo carece de mecanismos para romper defensas cerradas, no tiene variantes en ataque y presenta una preocupante falta de gol.
La ausencia de Luis Díaz por sanción ante Perú dejó al equipo sin desborde ni desequilibrio. Y los cambios de Lorenzo —criticados por la prensa y por sectores cercanos a la Selección— no lograron alterar el rumbo del encuentro. El bloque ofensivo luce desconectado, mientras que el mediocampo no logra imponer ritmo ni recuperar la pelota con solvencia.
Rumores de quiebre interno: el silencio del camerino
Más allá del plano táctico, el ambiente dentro del grupo no es el mejor. Fuentes consultadas por medios como Caracol Radio y Blu Deportes hablan de un camerino dividido, con tensiones entre referentes por decisiones del cuerpo técnico y molestias de varios jugadores por la falta de minutos y jerarquía en las convocatorias.
Aunque la Federación Colombiana de Fútbol no ha emitido comentarios oficiales, el silencio de los jugadores tras el empate —sin declaraciones fuertes ni señales de unión— ha sido interpretado como un indicio de que algo no anda bien en el entorno interno del equipo.
Incluso, desde Argentina, Olé hizo eco de los rumores al señalar que “la Selección Colombia atraviesa no solo una crisis de juego, sino también de vestuario”, en referencia a las versiones sobre diferencias entre algunos jugadores y la falta de sintonía con el cuerpo técnico.
Un calendario exigente y un margen cada vez más estrecho
Con 21 puntos, Colombia se mantiene en la sexta posición, el último cupo directo a la Copa del Mundo. Sin embargo, la presión de Venezuela —que suma 18 puntos y muestra mejor forma— amenaza con desplazar a la Tricolor al repechaje intercontinental, un escenario que se consideraba impensado al inicio del proceso.
Lo que se viene es aún más complicado: una visita a la líder Argentina en Buenos Aires, un duelo ante Bolivia en casa, y el cierre frente a Venezuela en condición de visitante. La clasificación está en juego, pero también lo está la credibilidad de un proceso que se desmorona cuando más necesita solidez.
¿Y ahora qué?
La Selección Colombia está en una encrucijada. Lo que parecía un proyecto sólido ha comenzado a agrietarse, no solo por los resultados, sino por la pérdida de confianza y cohesión. La prensa especializada, tanto nacional como internacional, coincide en que el equipo necesita un golpe de timón urgente: recuperar el juego, reforzar el liderazgo y sanar las fisuras internas antes de que sea demasiado tarde.
El Mundial de 2026 aún está al alcance. Pero si Colombia no reacciona ya, corre el riesgo de repetir el fracaso de 2022 y sumergirse en una nueva crisis de identidad futbolística.