
En los pasillos del poder electoral hubo movimiento adelantado. El magistrado Cristian Quiroz, de la Alianza Verde, fue elegido este martes 2 de septiembre como nuevo presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), con una votación de 6-3. La sorpresa no fue solo el nombre, sino la fecha: su antecesor, Álvaro Hernán Prada, aún tenía margen hasta el 28 de septiembre.
El propio Prada fue quien convocó la elección anticipada, quedándose con la vicepresidencia junto al magistrado Alfonso Campo, cercano al Partido Conservador. Una jugada quirúrgica que despeja el camino y evita que la llegada de nuevos magistrados de la Corte Constitucional —entre ellos Carlos Camargo o Patricia Balanta, nombres que rondaban— cambiara la correlación de fuerzas en el CNE e incluso pusiera en riesgo, vía tutela, el reglamento de la corporación.
El mensaje de fondo es claro: la mayoría del CNE quiso marcar distancia frente al Gobierno Petro. Aunque Quiroz llega con el sello de la Alianza Verde, su independencia quedó demostrada cuando votó a favor de abrir pliego de cargos contra la campaña presidencial de Petro en 2022.
De aquí en adelante, el nuevo presidente del CNE enfrentará un reto monumental: arbitrar las elecciones de 2026, tanto parlamentarias como presidenciales, y garantizar transparencia en un escenario donde ya se anticipan choques legales, tutelas y denuncias de fraude.
En clave política, la movida de esta semana deja dos certezas:
- Que el CNE no se alineará automáticamente con el Ejecutivo.
- Que en el ajedrez electoral de 2026, cualquier decisión de este tribunal puede inclinar la balanza en un país altamente polarizado.
Los partidos ya toman nota: lo que parecía una simple rotación de mesa directiva es, en realidad, la antesala de la batalla por el árbitro que vigilará las elecciones más decisivas de los últimos años.