
¿Apuestas con “dados cargados”?
Redacción Deportes
El esperado debut del nuevo formato del Mundial de Clubes en Estados Unidos, que aspiraba a convertirse en la joya de la corona del calendario futbolístico global, enfrenta un comienzo más que cuestionable. A una semana del inicio del certamen, los vacíos en las gradas, el desplome de los precios de boletería y la percepción negativa entre jugadores e hinchas revelan una crisis que pone en entredicho el futuro del torneo y genera dudas en sectores económicos y de apuestas que apostaban por su consolidación.
La FIFA, liderada por Gianni Infantino, había proyectado este torneo como un espectáculo que rivalizaría con la Champions League en términos de audiencia y rentabilidad. Sin embargo, imágenes de estadios semivacíos, como el caso del Inter\&Co Stadium de Orlando —donde solo asistieron oficialmente 3.412 personas, aunque testigos presenciales reportaron apenas un millar—, evidencian una desconexión entre las expectativas de los organizadores y la realidad del mercado estadounidense.
Las cifras no mienten: en Atlanta, el duelo entre Chelsea y LAFC atrajo apenas 22.000 asistentes en un estadio con capacidad para 71.000. Incluso la presencia de Lionel Messi, carta fuerte para atraer público, no logró llenar el DRV PNK Stadium de Fort Lauderdale, donde solo 31.783 espectadores presenciaron la victoria del Inter Miami sobre el FC Porto.
Estas dificultades se reflejan también en el mercado secundario de entradas. Los precios, que inicialmente alcanzaban los 349 dólares para el partido inaugural de Inter Miami, se desplomaron en la reventa ante la baja demanda. Esta tendencia ha generado inquietud entre patrocinadores, operadores de apuestas y analistas de la industria, que esperaban un torneo con alto nivel de engagement y retorno económico.
No obstante, el torneo ha vivido contrastes llamativos. Mientras en Orlando y Atlanta el ambiente era deslucido, el Rose Bowl de Los Ángeles marcó la mejor entrada de la semana con 80.619 asistentes para el partido entre PSG y Atlético de Madrid, superando incluso los registros de la última final de Champions (64.327). Y en Miami, la hinchada de Boca Juniors generó un ambiente calificado de “hostil” por Harry Kane, delantero del Bayern Múnich, en un contexto de alta tensión y pasión en las tribunas.
Pero más allá de la asistencia, otro punto de malestar entre los aficionados ha sido el desempeño del arbitraje. En redes sociales, numerosas quejas han circulado sobre decisiones controvertidas en partidos clave, alimentando la percepción de que la FIFA priorizó la expansión comercial del torneo por encima de la calidad arbitral y la experiencia del espectador.
Con un promedio de asistencia de apenas 36.000 por partido —inferior al de la Champions (46.000) y del Mundial de Qatar (50.000)—, la meta de Infantino de posicionar al Mundial de Clubes como “el pináculo indiscutible del fútbol de clubes” luce lejana. La combinación de logística deficiente, cuestionable planificación en precios y sedes, y el creciente descontento de hinchas y jugadores plantea serias dudas sobre la viabilidad de las próximas ediciones en este formato.
A la luz de estos resultados, el impacto económico para patrocinadores y operadores de apuestas deportivas, que habían proyectado altos niveles de interacción y volumen de apuestas, podría verse comprometido. El torneo, que debía generar un impulso económico en temporada baja para el fútbol de clubes, corre el riesgo de convertirse en un producto fallido si no se ajustan las estrategias de marketing y organización.
Por ahora, la pelota sigue rodando, pero el desafío para la FIFA es claro: reconectar con los aficionados, recuperar la credibilidad del espectáculo y ofrecer garantías a un mercado que exige cada vez más calidad y emoción, tanto dentro como fuera del campo.
Técnicos y dirigentes opinan: entre la cautela, las críticas y el escepticismo ante el Mundial de Clubes en EE.UU.

El debut del nuevo Mundial de Clubes en Estados Unidos ha dejado un sabor agridulce no solo entre aficionados y analistas, sino también entre entrenadores y dirigentes de los clubes participantes —y de varios ausentes— que siguen de cerca el desarrollo de esta versión experimental.
Técnicos como Enzo Maresca, del Chelsea, no ocultaron su desconcierto tras jugar en un Mercedes-Benz Stadium casi vacío. “El ambiente era un poco extraño. El estadio estaba casi vacío. No es la atmósfera que uno espera en un torneo de este nivel”, admitió el italiano, reflejando la desconexión entre las aspiraciones del torneo y la realidad vivida por los equipos.
Harry Kane, delantero del Bayern Múnich, fue más contundente: “Sabíamos que veníamos a un ambiente hostil” —dijo tras el partido en Miami ante Boca Juniors—, aunque en este caso la frase sirvió más para destacar la pasión de los hinchas sudamericanos que para valorar el contexto general del torneo.
Desde el seno de varios clubes europeos, en especial en la Premier League y en LaLiga, se han escuchado voces críticas sobre la fecha elegida para el torneo y el creciente desgaste del calendario. Directivos del Real Madrid y del Manchester City han dejado saber que el actual calendario “es insostenible”, y que expandir un Mundial de Clubes a estas alturas del año “afecta la preparación y el rendimiento físico” de los planteles.
Más ácida ha sido la opinión de algunos clubes que no lograron su clasificación. Dirigentes del Napoli y de la Roma, en declaraciones recogidas por medios italianos, tildaron la apuesta de la FIFA como “una aventura más comercial que deportiva”, lamentando que la organización priorice la expansión de mercados sobre el balance competitivo.
Por otro lado, algunos clubes sudamericanos y de la MLS han recibido la oportunidad con entusiasmo, viéndolo como una vitrina internacional. Sin embargo, entrenadores como Martino en Inter Miami han sido muy claros: “No es fácil movilizar a la afición estadounidense por un torneo que aún no tiene tradición ni rivalidades instaladas”, comentó.
Finalmente, más de un dirigente en Europa ha advertido que si la FIFA no escucha a los clubes y no ajusta los formatos y calendarios, es posible que en el futuro algunas instituciones importantes evalúen seriamente su participación. Como señaló un ejecutivo del Bayern de Múnich a la prensa alemana: “Si no hay un producto competitivo y atractivo para los jugadores, entrenadores y público, los clubes tendrán que pensar dos veces en comprometer sus plantillas en medio de temporadas cada vez más cargadas”.
Qué opinan las estrellas: entre el entusiasmo por competir y la decepción de los no invitados
Mientras la FIFA sigue defendiendo el Mundial de Clubes como la gran apuesta para globalizar el fútbol de clubes, el sentir de las grandes estrellas es mucho más matizado. Hay entusiasmo en algunos casos, pero también descontento por la falta de claridad en los criterios de participación.
Entre los jugadores que sí participan, la reacción es desigual:
Harry Kane (Bayern Múnich) destacó la pasión de los hinchas de Boca Juniors, pero también dejó entrever que el contexto del torneo todavía no alcanza el nivel competitivo de una Champions League: “Es un buen torneo, pero se siente más como una serie de partidos amistosos que como una gran final de temporada”, habría comentado en privado a medios alemanes.
Lionel Messi (Inter Miami), pese a ser la imagen del torneo en EE. UU., ha evitado declaraciones entusiastas. Se sabe que el argentino prefería tener un cierre de temporada menos exigente tras los compromisos con la selección. En rueda de prensa solo se limitó a decir: “Siempre es bonito jugar contra equipos europeos, pero es difícil tener el mismo ritmo en estas fechas”.
Antoine Griezmann (Atlético de Madrid) ha sido de los más críticos: en declaraciones recogidas por L’Équipe, sostuvo: “El calendario está cada vez más cargado. Si seguimos así, pronto tendremos más partidos fuera de Europa que en nuestras ligas”.
Entre las estrellas de equipos ausentes, el tono ha sido aún más duro:

James Rodríguez (São Paulo) dejó caer su frustración en redes sociales: “Los torneos deberían invitar a los campeones por mérito deportivo, no por criterios comerciales”, escribió en X, aludiendo a la ausencia del club brasileño pese a su histórica trayectoria.
Desde México, varios referentes del Club León y del fútbol azteca, como Ángel Mena y Luis Montes, no han ocultado su malestar por la exclusión de León, que fue campeón de Concacaf en 2023 pero quedó fuera de esta edición por el nuevo criterio de clasificación: “Jugamos la final de Concacaf y ganamos en la cancha. ¿Qué más se necesita para estar en un Mundial de Clubes?”, declaró Mena.
Incluso figuras como Guillermo Ochoa, actualmente en Europa, opinaron en entrevistas en México: “Si los campeones de las regiones no van, pierde la esencia del torneo. No se puede armar un Mundial solo por marketing”.
En resumen: entre los jugadores presentes, la experiencia es aún irregular; valoran el cruce internacional, pero no lo sienten como una gran cita deportiva. Y entre los ausentes, reina la frustración, por considerar que se han privilegiado criterios comerciales sobre el mérito deportivo.