
Redacción MUNDO
Washington D.C. — El empresario Elon Musk, CEO de Tesla y una de las voces más influyentes del sector tecnológico y automotriz global, elevó el tono este lunes al pedir directamente al Congreso de Estados Unidos que elimine los subsidios que —según él— están beneficiando a fabricantes de vehículos eléctricos de origen chino, generando lo que calificó como una “competencia desleal” contra la industria nacional.
Durante una intervención en una cumbre de innovación en Austin, Texas, Musk advirtió que “el dominio absoluto de China en la cadena de suministro de baterías y en la fabricación de vehículos eléctricos podría poner en riesgo la soberanía industrial de Estados Unidos si no se toman medidas urgentes”. Su propuesta es eliminar los beneficios fiscales y arancelarios que permiten a compañías como BYD o Geely competir agresivamente en el mercado estadounidense a precios bajos.
Reacción en Washington: entre el lobby industrial y el dilema político
Desde el Congreso, la petición de Musk ha reactivado el debate entre los sectores que promueven una política proteccionista frente a China y aquellos que defienden una economía de mercado abierta, incluso en el sector de tecnologías limpias. Mientras algunos senadores republicanos como Marco Rubio y Josh Hawley apoyan la iniciativa como parte de su narrativa de “defensa del empleo estadounidense”, voces demócratas más alineadas con la transición energética —como la senadora Elizabeth Warren— advierten que “proteger a Tesla no puede significar sabotear la competencia internacional”.
¿Y la Casa Blanca? Silencio cauteloso… por ahora
Desde la Casa Blanca, un funcionario de alto nivel —bajo condición de anonimato— expresó que la administración Trump “toma nota de la preocupación expresada por el señor Musk, pero mantiene su compromiso con una política energética inclusiva, que combine incentivos para la producción local y acuerdos multilaterales que fortalezcan las cadenas globales”.
Oficialmente, la portavoz del Consejo Nacional Económico señaló que “toda propuesta legislativa será evaluada con base en su impacto en la seguridad económica, el medioambiente y la justicia para los consumidores estadounidenses”. Aunque no hay un respaldo explícito a Musk, tampoco se le descarta políticamente: Tesla sigue siendo un jugador clave en la meta presidencial de electrificar el 50% de la flota automotriz del país para 2030.
¿Qué podría pasar si el Congreso ignora a Musk?
Si el Congreso decide no actuar ante la exigencia del magnate, varios escenarios se abren:
Escalada comercial informal: Musk podría presionar desde el sector privado con amenazas de mover operaciones fuera de EE.UU. o recortar empleos, apelando al “patriotismo industrial”.
Mayor penetración de marcas chinas: Las compañías asiáticas podrían seguir ganando cuota en el mercado estadounidense, presionando los márgenes de Tesla y forzando nuevas estrategias de precios.
Tensión con aliados comerciales: Un giro proteccionista podría incomodar a países socios en tratados como el USMCA o acuerdos con la UE, especialmente si las barreras terminan afectando productos ensamblados en terceros países.
Polarización política: El tema podría ser capitalizado en pleno año electoral, convirtiéndose en otra línea divisoria entre quienes promueven una economía abierta y quienes piden “cerrar la puerta a China” en sectores clave.
Elon Musk no solo desafía a sus competidores en el mercado; también desafía el equilibrio entre libre comercio, proteccionismo y geopolítica que define la economía estadounidense. Esta nueva ofensiva lo posiciona como actor político, no solo industrial. Y mientras la Casa Blanca busca no entrar en conflicto abierto ni con China ni con sus gigantes tecnológicos domésticos, el Congreso tendrá que decidir si respalda al innovador más polémico de Estados Unidos… o lo deja sin respuesta.