
Redacción Mundo
Washington, EE.UU. – El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha instado a los colombianos residentes en Estados Unidos a manifestarse contra el nuevo impuesto a las remesas propuesto por el expresidente Donald Trump. La medida, que ya fue aprobada en la Cámara de Representantes estadounidense, busca gravar con un 3,5% los envíos de dinero al extranjero, afectando directamente a miles de trabajadores migrantes que sostienen a sus familias en Colombia.
Petro expresó su rechazo a la iniciativa a través de su cuenta en la red social X, calificándola como una reducción del salario real de los trabajadores colombianos en EE.UU. y sugiriendo que el Congreso colombiano debería considerar una medida similar bajo el principio de reciprocidad diplomática.
Impacto en la economía colombiana y reacciones internacionales
Colombia recibió en 2024 un récord de 11.800 millones de dólares en remesas, la mayoría provenientes de Estados Unidos, según cifras del Banco de la República. La imposición de este impuesto podría afectar significativamente el flujo de dinero hacia el país, impactando a miles de familias que dependen de estos ingresos para su sustento.
El rechazo a la medida no se ha limitado a Colombia. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, también ha expresado su oposición, calificando el impuesto como discriminatorio y una violación de tratados fiscales bilaterales firmados con EE.UU. desde 1994.
El futuro del impuesto y la respuesta de la comunidad migrante
El proyecto de ley aún debe ser discutido en el Senado estadounidense, donde podría enfrentar modificaciones antes de su posible aprobación definitiva. Mientras tanto, organizaciones de migrantes y líderes latinoamericanos han comenzado a movilizarse para presionar a los legisladores y evitar que la medida entre en vigor.
El llamado de Petro a la protesta se suma a una creciente preocupación entre los trabajadores colombianos en EE.UU., quienes ven en esta medida un obstáculo para el apoyo financiero que envían a sus familias. La comunidad migrante ahora enfrenta el desafío de organizarse y hacer oír su voz en un debate que podría afectar su estabilidad económica en los próximos años.