
Unidad Investigativa
Así como los carteles de la droga buscan blanquear capitales en paraísos fiscales o en criptomonedas, en la política colombiana existen liderazgos que han intentado “blanquear su imagen” al abrigo del “Pacto Histórico”, la gran apuesta de Gustavo Petro para gobernar.
En tres años de legislatura, el oficialismo ha contado con apoyos que fueron decisivos para sostener reformas clave. Pero nuestra investigación revela que no todos llegaron con la misma motivación: algunos lo hicieron como reformadores auténticos, convencidos de la necesidad de un cambio; otros como oportunistas, buscando cuotas, contratos y visibilidad; y un tercer grupo se mueve en la ambigüedad, navegando entre la lealtad y la conveniencia.
Los oportunistas: la política como negocio
En este bloque se ubican congresistas y sectores que han visto en el Pacto Histórico una plataforma para garantizar su supervivencia electoral más que un proyecto ideológico.
* Alianza Verde: El caso más evidente. En la tributaria de 2022, figuras como Angélica Lozano y Katherine Miranda respaldaron la iniciativa, pero en la reforma a la salud de 2023 marcaron distancia, denunciando improvisación y falta de diálogo. “El gobierno pretende que votemos a ciegas, sin concertación”, dijo Miranda en un debate en plenaria.
* Otros congresistas verdes, en cambio, aceptaron cargos en entidades como el ICA o el Ministerio de Trabajo. El precio: un alineamiento parcial y un aumento de la desconfianza en las bases del partido, que vieron esas movidas como “cuotas disfrazadas de reconocimiento”.
En cifras, la Alianza Verde acompañó al gobierno en 58 % de las votaciones clave de 2022, pero ese respaldo cayó al 34 % en 2024, según registros de la Secretaría del Senado. Una curva descendente que refleja más cálculo político que convicción.
Los oportunistas no han marcado agenda propia. Han sido “bisagras de coyuntura”, más interesados en negociar ministerios o contratos regionales que en consolidar una visión de país.
Los reformadores: coherencia en la apuesta de cambio
En contraste, un núcleo del Pacto Histórico sí ha mantenido coherencia y compromiso con la agenda de transformación.
* Polo Democrático: Bajo la batuta de senadores como Iván Cepeda y Alexander López, el Polo respaldó de forma sistemática la Paz Total, la creación de la jurisdicción agraria y la ampliación del Sistema General de Participaciones. Para Cepeda, “no estamos en el Congreso para negociar puestos, sino para garantizar que la paz y la justicia social sean políticas de Estado”.
* MAIS: Desde su bancada indígena, figuras como Martha Peralta han liderado causas ambientales y territoriales, alineadas con la visión progresista. Aunque su decisión de fusionarse con el Pacto en 2025 generó críticas internas, la coherencia programática ha sido evidente: votaron más del 85 % de las iniciativas del Ejecutivo en este periodo.
* Movimientos afrodescendientes: Congresistas como Dolores López han empujado agendas de representación étnica y territorial, logrando que la “Ley de Escazú” fuera aprobada con respaldo mayoritario.
Los reformadores son la columna vertebral ideológica del Pacto. No negocian su voto a cambio de cuotas, sino que priorizan banderas históricas de justicia social, paz y equidad.
Los intermedios: entre la duda y la supervivencia
El tercer grupo es más volátil: congresistas que apoyan cuando hay afinidad, pero que también han marcado distancia en reformas estructurales.
* Alianza Verde – sector independiente: aquí entran Jorge Iván Ospina y otros que respaldan proyectos ambientales, pero rechazan los extractivistas. “Estamos con el gobierno en la defensa del ambiente, pero no en su doble discurso frente a la minería”, dijo en un debate de control político.
* Algunos regionales: curules indígenas o afro que, en ocasiones, se abstienen de votar, generando incertidumbre en el Ejecutivo. En 2023, el gobierno perdió por un voto una proposición clave en la reforma laboral por abstenciones de este sector.
Los intermedios son “termómetros políticos”: su apoyo nunca está asegurado, pero su oposición tampoco es frontal. Petro los necesita, aunque sabe que su lealtad es coyuntural.
El balance legislativo: ¿logros o espejismos?
El Congreso bajo el gobierno Petro registra un balance preocupante:
* Más de 1.000 proyectos radicados (2022-2025).
* Aprobados: apenas 7 en 2024.
* La efectividad legislativa cayó del 33 % inicial a menos del 10 % en tres años.
Entre los logros más visibles:
* Reforma tributaria de 2022.
* Ley de Paz Total.
* Jurisdicción agraria.
* Ampliación del Sistema General de Participaciones.
* Ratificación del Acuerdo de Escazú.
Pero varias banderas centrales se hundieron: la reforma a la salud, la reforma laboral y la reforma pensional sufrieron naufragios parciales o aplazamientos indefinidos.
Aquí, los oportunistas y los intermedios jugaron un papel decisivo: su falta de cohesión fracturó la coalición y dejó al Ejecutivo en la cuerda floja.
De cara a 2026: ¿quién debe heredar el proyecto?
Si la reelección presidencial no prospera, el Pacto Histórico tendrá que definir un sucesor. Nuestra investigación identifica tres escenarios:
1. Los reformadores como herederos naturales: Cepeda, López o Peralta representan la coherencia y podrían capitalizar el legado de Petro.
2. Los oportunistas como amenaza interna: congresistas que buscan candidaturas sin proyecto real, arriesgando una derrota electoral.
3. Los intermedios como incógnita: su indefinición podría fragmentar aún más la coalición.
El dilema es si el progresismo quiere continuar como movimiento de cambio real o degenerar en una “federación de intereses personales”.
¿Quiénes deben salir del tablero?
Para sobrevivir políticamente, el Pacto Histórico debe depurarse. Las conclusiones de nuestra investigación son claras:
* Fuera del tablero: congresistas que solo se sumaron para negociar cuotas y que votaron en contra de las banderas del cambio cuando más se les necesitaba.
* En la contienda: quienes sostuvieron el programa incluso a costa de su capital electoral.
* Reestructuración del partido: pasar de una coalición electoral dispersa a un movimiento con narrativa y disciplina política.
La Alianza Verde enfrenta su prueba más dura: definirse como socio autónomo o resignarse a ser absorbido. El Polo y MAIS ya se fusionaron, pero a riesgo de diluir su identidad. Los movimientos regionales deben decidir entre autonomía territorial o sumisión a la lógica nacional.
La metáfora del blanqueo
El análisis político tiene un espejo inevitable con el tema central de esta serie: el lavado de dinero. Así como los carteles lavan fortunas para sobrevivir en el mercado global, muchos políticos lavaron su imagen en el Pacto Histórico. Unos lo hicieron para perpetuarse, otros para transformar. La diferencia está en la coherencia.
En palabras de un asesor del Congreso que pidió reserva:
“El Pacto Histórico es como un banco suizo: todos entran con un pasado distinto, pero salen con un sello de legitimidad. El problema es que unos lo usan para financiar el cambio, y otros para financiar su propia carrera”.
En conclusión En tres años, la coalición que rodea a Petro ha mostrado sus luces y sombras. Ha sostenido reformas fundamentales, pero también ha dejado en evidencia que la lealtad política puede ser tan frágil como las rutas del narcotráfico que investigamos en esta serie.
El futuro del progresismo colombiano depende de una decisión estratégica:
* Depurar oportunistas
* Consolidar reformadores.
* Definir un sucesor creíble en 2026.
Si no lo hace, el Pacto Histórico corre el riesgo de convertirse en lo que juró combatir: un refugio de cuotas, favores y ambiciones personales.
El Pacto Histórico ha sido un mosaico en el que conviven convicciones profundas y apuestas puramente transaccionales. Entender quiénes han aportado al cambio y quiénes han convertido la coalición en una oportunidad personal no es un ejercicio menor: es la clave para anticipar el futuro inmediato del progresismo colombiano.
Pero el Congreso es apenas un escenario. La verdadera medida de un proyecto político se refleja también en el gabinete ministerial, ese laboratorio de poder en el que se traducen las promesas de campaña en políticas concretas.
En nuestra próxima entrega analizaremos a fondo a los ministros y sus partidos políticos: sus aportes, sus deudas con el cambio y los legados —positivos o fallidos— que dejarán en el gobierno de Gustavo Petro. Desde la rotación en carteras claves como Hacienda, Defensa y Educación, hasta la influencia de los partidos que respaldaron (o condicionaron) la agenda del Ejecutivo, exploraremos cómo se configuró el gabinete en estos tres años, qué fuerzas dominaron realmente la toma de decisiones y, sobre todo, qué gabinete necesita Petro para enfrentar su último año de gobierno.
Una radiografía crítica, con nombres, cifras y trayectorias, que permitirá responder la pregunta inevitable: ¿quiénes deben quedarse y quiénes deben salir si el cambio aún pretende tener futuro?