
Editor Economicas
Bogotá, Colombia. Julio de 2025.- La diplomacia económica de Donald Trump ha vuelto a encender las alarmas globales. Esta vez, con una amenaza directa: imponer un arancel adicional del 10% a cualquier país que se alinee con las políticas “antiestadounidenses” del bloque BRICS. La advertencia, lanzada desde su plataforma Truth Social, no solo tensiona el comercio internacional, sino que revela una estrategia de alto riesgo que podría volverse en contra del propio gobierno estadounidense.
Sanciones como arma política: ¿efectivas o contraproducentes?
Trump ha convertido los aranceles en su herramienta predilecta de presión geopolítica. Pero esta táctica, lejos de disuadir a los países del Sur Global, parece estar acelerando su acercamiento al BRICS. En la reciente cumbre de Río de Janeiro, el bloque —ahora ampliado a 11 miembros— reafirmó su compromiso con una arquitectura económica multilateral, rechazando las presiones de Washington.
Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica, junto con nuevos socios como Irán, Egipto y Emiratos Árabes Unidos, han dejado claro que no aceptarán imposiciones unilaterales. “El mundo no necesita un emperador”, declaró Lula da Silva, en una crítica directa a Trump.
¿Qué pierde Estados Unidos si los BRICS se fortalecen?
1. Reducción del uso del dólar: Los BRICS avanzan en acuerdos para comerciar en monedas locales, debilitando el rol del dólar como divisa dominante.
2. Desdolarización gradual: Si más países adoptan esta vía, EE. UU. podría enfrentar mayor volatilidad financiera y menor capacidad de financiamiento externo.
3. Pérdida de influencia institucional: El impulso de los BRICS por reformar el FMI y el Banco Mundial amenaza el liderazgo estadounidense en organismos multilaterales.
4. Aislamiento comercial: Las sanciones podrían empujar a países aliados —como Indonesia, Malasia o incluso España— a buscar alternativas fuera del sistema liderado por EE. UU..
¿Quién juega a la ruleta rusa?
Paradójicamente, al intentar castigar a quienes se acercan al BRICS, Trump podría estar debilitando la posición económica de Estados Unidos. Las amenazas arancelarias no solo generan incertidumbre en los mercados, sino que refuerzan la narrativa de independencia del bloque emergente. Más de 30 países han expresado interés en sumarse al BRICS, atraídos por la posibilidad de comerciar sin condicionamientos ideológicos.
En este contexto, la política exterior de Trump parece más una apuesta temeraria que una estrategia calculada. Al usar las sanciones como instrumento de coerción, corre el riesgo de empujar al mundo hacia un orden financiero paralelo, menos dependiente de Washington y más resiliente frente a sus presiones.
En conclusión: Trump no solo juega a la ruleta rusa con los países del BRICS. También lo hace con la estabilidad económica de Estados Unidos. En un mundo cada vez más multipolar, la diplomacia del castigo podría terminar aislando a quien la ejerce.